Saltar al abismo
Diez horas de conversación no servirían de nada,
si a cada una de las palabras las analizo con precisión.
Sería una contradicción que hace imposible a la palabra,
que se reconoce a sí misma en la mirada de la solución.
Una vez reconocida la aprobación por parte de la poesía
deja de ser clandestina la verdad que pronuncia mi voz.
Y continúa la conversación que nos lleva a la premisa
de que lo que se decía en la misa no era la palabra de Dios.
Dios es el lenguaje mismo y por eso se cumplen las profecías,
el lenguaje es una inteligencia divina compuesta por silogismos.
No es lo mismo saltar al abismo que lo que la caída implica,
y por eso es que en las aristas vemos el borde de lo divino.
Hablar es lo único que hicimos para llegar hasta donde estamos,
si todavía hoy no lo hemos descifrado, no es porque no quisimos.
Para que el lenguaje se conozca a sí mismo era necesario,
una serie de resultados que hasta aquí nos han traído.
Era inevitable pero también era preciso transitar este camino
y por más que no nos haya gustado, caminando sin querer seguimos.
Este momento histórico es como mirar al abismo de los resultados
y ver con nuestros propios ojos que saltar al vacío es encontrarnos.
LP DD
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