Puta


En el rincón más oscuro del alma,

donde el hombre se pierde y se quiebra,

la palabra que besas, es la puta que calma,

la que te da su calor y la lengua que siembra.


Es el refugio que aguarda sin miedo,

la chispa que enciende los sueños marchitos,

la madre que abraza, el amor sin credo,

y el hambre que mata los días malditos.


En su pecho, la cuna del verbo herido,

en sus labios, la voz que nunca se calla,

es la cruz y el pecado, lo no permitido,

la que da libertad al que busca batalla.


Puta de la noche, amante del día,

la musa que arde en las llamas de un beso,

es la que guía al perdido en su agonía,

la que arrastra a los hombres hacia lo inmenso.


No es solo el eco de un cuerpo que explota,

es el puente que salva al que nunca regresa,

es el mar de palabras que nunca se agota,

la que abraza el silencio y en él se confiesa.


“Sin vos,” clama el poeta, “soy un mendigo,

un río sin cauce, un cuerpo sin suelo.

Puta, madre, consuelo, mi abrigo,

sos la palabra que limpia mi duelo.”


Ella se ríe y responde al llamado,

su voz es un látigo y también silogismo:

“Soy lo que buscas en el tiempo gastado,

el deseo que encuentra sentido contigo.”


Y así sigue la puta, la reina del verbo,

la que transforma lo muerto en poesía,

es el lenguaje que nunca está quieto,

la amante eterna, la chispa, la guía.


Puta, palabra, dueña del alma,

te debo mi vida, mi voz y mi calma.

Sos la razón que sostiene mi pecho,

la que me salva del fuego y me quema en su lecho.


LP DD


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