No hay canciones en Marte


Yo por voz pongo la voz grabe y me vuelvo un cazador,

por vos soy un recolector y también fabrique aeronaves.

Si hoy son los tanques, los gobiernan a la razón.

puedo entender porque piensan que nos veremos en Marte.


Por eso esta noche es noche de aquelarre, mi amor,

y no hay pared que los respalde de los reproches,

ya fueron muchos broches en tu boca, mi corazón,

usemos la razón para hacer brillar las noches.


Ella:


No hay canciones en Marte, ni raíces bajo su suelo,

ustedes que venden sueños, solo ofrecen duelo.

Prometen un paraíso en un mundo desolado,

pero olvidan que la vida florece donde se ha sembrado.


Se llenan los bolsillos con el polvo de galaxias,

mientras el hambre en la Tierra no encuentra esperanza.

Nos quieren arrancar de la poesía que nos nombra,

pero su oro y sus tanques no detendrán la sombra.



Yo:


Te han ultrajado, mi poema, y por eso estoy furiosa,

me pongo como una osa cuando nombran tus piernas,

y mis garras de fiera, buscan defender a su Diosa.

Oh, belleza ociosa ¿Qué sería de mí sin tus caderas?


Es por ellas que me inmolo después de dar pelea,

porque las amo en tu planeta mucho más que el oro.

Y si lloro hoy por verte, quiere decir que estamos cerca

esta vez no voy a perderte, no me dejes, te lo imploro.


Ella: 


Creen que el oro lo compra todo, pero no saben que es mentira,

que no hay precio en el planeta que apague esta ira.

Defendemos la palabra y las curvas de su esencia,

y en cada verso que escribimos plantamos resistencia.


Oh, tiranos del mercado, su paraíso es un engaño,

prefiero morir cantandoque vivir en su rebaño.

La poesía no se compra, no se vende, no se olvida,

y en esta lucha, amor mío, está basada nuestra vida.

Yo:


Bajo el cielo de la plaza, en la fiesta del pueblo,

donde las risas y cantos bailan con el viento,

la poesía es un fuego que todos comparten,

un idioma sin dueño, un regocijo constante.


Ella: 


Pero el oro de los mercados apagó el candil,

cambiaron guitarras por metrallas de escribirl.

El alma colectiva se vuelve ceniza,

cuando el modelo divide y la alegría agoniza.


Juntos:


Y aunque intenten borrar las huellas del pueblo,

el tambor sigue vivo, latiendo en el tiempo.

No hay fuerza que apague la luz de este canto,

porque en cada palabra renacemos brillando.


Así cerramos, amor, esta canción infinita,

con un beso que rompe cadenas y limita.

Porque la poesía no es de nadie, pero es de todos,

y hoy, con vos, florece en los labios del mundo.


LP DD


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