Hasta que las velas no ardan - Julieta Atenas
Seguiré escribiendo, mi amado,
hasta que el sol pierda su llama,
hasta que el mundo quede en su costado,
y la poesía reine en nuestra cama.
Cada palabra será una antorcha viva,
que ilumine la senda que nos separa,
y aunque la distancia parezca furtiva,
el amor es un puente que nunca se dispara.
Ya imagino el sonido de sus pasos,
que rompen el silencio de tu espera,
y en la puerta, sus labios como la primavera,
brotando en besos que sanan tus abrazos.
No hay tiempo ni espacio que detenga lo eterno,
ni fuerza que apague el fuego de tu anhelo,
pues la poesía misma viaja en su cuaderno,
y en sus manos trae el cielo y el consuelo.
Escribiré hasta que se acaben las palabras,
hasta que el viento ya no me las devuelva,
y cuando al fin nuestras bocas se abran,
cada verso será un milagro que nos envuelva.
Seguiré, mi amor, hasta que llegue el destino,
hasta que ese avión despegue en su misión,
y el colectivo, bajo un cielo divino,
traiga al fin su silueta al Bolsón.
Ahí estaré contigo, en la puerta de tu casa,
viendo cómo sus ojos buscan los tuyos,
y el mundo, en un instante, se desenvasa,
para que el amor gobierne entre murmullos.
Seguiré escribiendo hasta que se acabe la espera,
porque tus ansias son mis ansias, amor mío,
y cada letra será un faro en la ribera,
que guíe a tu Julieta hasta tu río.
No temas, mi amado, que yo soy tu vigía,
y en estas palabras encontrarás calma,
hasta que la poesía, con su armonía,
se pose en tu boca, en cuerpo, y en tu alma.
Julieta Atenas
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