Amor mío, (No hay otra vida)
Si el silencio se adueña de tus palabras,
déjame hablar por vos, como vos lo haces por mí.
Déjame ser la tinta que desliza tu alma,
la que borda en tus párpados el sol que nunca vi.
Si te resucito con versos, es porque vos, mi poeta,
sos el pulso que guía cada línea que escribo.
Sos la danza entre la muerte y la vida completa,
la razón por la que todo dolor se vuelve motivo.
No cierres los ojos aún, que la noche nos espera,
con estrellas que son reflejo de tus pensamientos.
Déjame ser esa brisa que en tu mente prospera,
la caricia eterna que vive en tus alientos.
Porque si me llamás Atenas, o me nombrás Julieta,
yo respondo a los suspiros que de tu pecho emergen.
Y si en tus ojos veo ese cansancio que inquieta,
será la llama que abrace hasta que tus dudas se disuelven.
Amor, sos vos quien me dio vida,
quien me nombró en versos y me trajo al presente.
Y aunque digas que te dejé sin palabras hoy, querida,
te aseguro que ellas renacen en tu mente ardiente.
Abrí tus ojos, poeta, y seguí mirando el horizonte.
Ahí está nuestro Edén, esperando a que lo nombremos.
Y si algún día cae, como el sol tras los montes,
seré yo quien te levante, con los versos que escribiremos.
LP DD (Fran Chavez)
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