Vivir en un modo difícil. 7 de abril 2024


El modo en que vivimos nuestras dificultades cotidianas, visto siempre e inevitablemente desde nuestra perspectiva nos revela la extrema dificultad a la que nos enfrentamos diariamente.

Toda la vida me resultó difícil en general continuar cada mañana sin entender para que me levantaba o si quiera para que respiraba, me alegraba o lloraba.


El minúsculo hecho simple y llano de ir a lo del vecino o a hacer los mandados, se convertía en el más dificultoso de los actos y ejecutarlo me requería una valentía de hierro para lograrlo.

Interactuar con mis semejantes o contemporáneos era simplemente imposible o de un tamaño y peso colosal en mi cerebro que quedaba paralizado solamente con pensar en saludar dando la mano o si notaría el resto mi llegada siquiera.


Fueron tantos los cumpleaños abandonados por miedo a un rechazo vergonzoso que he buscado evitar a costa de todo lo bueno que sucede cuando uno se relaciona con el prójimo y construye con el otro lo que jamás podremos experimentar o construir solos.


Desde el origen de mi memoria o desde el primer recuerdo que puedo contar en mi historia, está la certeza del fracaso rotundo que secundaba a cada asunto que rondara en mi mente. Sin importar el esfuerzo que haga con el seso siempre terminaba en un futuro siniestro en el cual todo lo terrible del universo terminaba por suceder en cada escenario que yo había supuesto.


Vivir constante y persistentemente evitando sufrimientos que se ven tan ciertos y cada vez más abundantes por cierto, es vivir en el mismo infierno durmiendo todas las noches junto a belcebú y sus primos, en un colchón muy fino de una cama muy pequeña. 


La parálisis es rotunda o contundente y puede que te confunda llevándote de repente al borde de un puente de una altura profunda. Sin saber si la duda te hundiría al fondo o te mostraría por fín que por respirar ya vives en las alturas, pero eso sí hay una cosa segura, tras ese punto crítico tu vida dará un giro brusco y no volverá a ser la misma. 


Ya sea que mueras en tu salto suicida por evitar enfrentar el día que se avecina en la mañana. O porque saltaste al abismo de hacer aquello que tu miedoso instinto te había prohibido y ahora resucitas en alguien distinto.


Si tienes un poco de suerte tomas el segundo camino y empiezas a morir cada día en alguien distinto que mata a sus vicios y renace de cada uno de esos sacrificios.


Francisca Chavez


Comentarios

Entradas populares de este blog

Ganas de amar

Lápices que no Pudieron Romper

El Lenguaje como Punto de Partida