Hija de la filosofía
Hija de la filosofía
Recuerda y recuerden el cinco de noviembre
como el día en el que brilla una estrella
en el firmamento para siempre.
Heredera de mi testamento
y de mis lamentos prisionera
no soy buen padre ni de cerca
pero ella me alumbra el firmamento.
Es por ella que soy poeta
y por ella arremeto contra molinos de viento.
Me siento El Quijote por ella
y es mi Dulcinea desde su nacimiento.
Veo cómo crece su cuerpo
mientras me alejo de su vereda
pero tengo la certeza
de la grandeza de su pensamiento.
Es superior a mí en todo aspecto
y eso para mí es una excepción,
ella es mi redención
porque aprendió de mis defectos.
No hay aspecto ni contradicción
que se oponga a su intelecto
y si hoy reinvento la crucificción
es por el amor que le tengo.
No me detengo ante el opresor
y voy en pos de lo que creo
a decirle al mundo con amor
que vos lo hace más bello.
Querida hija del Dios eterno
el tiempo se me escapa de prisa
y no hay arista en los cielos
que no me lleve a tus mejillas.
Espero que ames la poesía
cómo yo la amé con empeño
y espero que nunca te rindas
y cómo yo luches contra el sufrimiento.
Tu padre Franchesca Chavez
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