La cuenta de tu terapeuta
Hola, buen día pasá por favor, tomá asiento que comienza la sesión, para ponerte en posición y mejorar tu intuición, que para mí es un avión pero en tu canción decís que de tu cerebro usas una fracción.
Aquellos aspectos discretos que anulan tus pensamientos más certeros que se ejecutan perfectos cuando tenemos acceso, al neocórtex del seso más evolucionado del universo.
No son cuentos o son cuentos perversos porque te producen sufrimiento y con vos sufre el resto solo que lo hace en silencio y en otro contexto, muchas veces hambriento o friolento que se pone violento ante tanto descontento.
¿Que haría que decidamos en contra nuestro?
¿Por qué elegimos, primero?
¿Quién nos dió las reglas del juego?
Y ¿Por qué las seguimos ciegos?
Va en contra de nuestro intelecto, percibir el engaño artero que nos propinan con esmero aquellos unicornios con poderes divinos.
No alcanza el vino, el faso ni el ácido para mantenernos distraídos de la realidad y su principio que vino a regir de nuevo el tablero macabro en el que estamos metidos.
Se llama disonancia cognitiva y la tenemos metida en nuestra manzana podrida que nos conduce a evasivas mentiras para no ver día a día la manía diaria con que nos dominan.
Porque nadie podría aguantar la piña siniestra y preferimos nublar la vista con mundanos artistas que explican, instalan y replican que si movés la cola sos más linda y es mejor no usar la crítica o pensar de una manera distinta.
Esa disonancia o diferencia entre el discurso y la evidencia genera una amplia secuencia de síntomas naturales, que no son neutrales y nos torturan de manera crónica, no de forma notoria sino camuflada que pasa disfrazada bajo el nombre libertad, sin ser nada más y nada menos tampoco, que la falta de piedad con la que nos apagan el foco.
Y eso no lo vemos tampoco porque quedamos a oscuras y en esa dictadura que genera el miedo vamos matando sin remedio a cualquiera que se nos cruce en medio.
Bueno compañero te espero la próxima semana por favor, guardate el dinero para otra ocasión, porque para mi fué una inspiración, al punto que siento que el que está en deuda soy yo.
Francisca Chavez
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