De siete a nueve
De siete a nueve
Son las siete de la mañana
y no hay mañana que no llegue,
a donde llega la palabra
la oscuridad desaparece.
No desaparece ni se apaga
la luz que resplandece,
porque siempre que haga falta
va a haber alguien que rece.
Usando la intención sagrada
de resolver lo que se presente,
en el presente se solucionaba
el problema que el hombre tiene.
La capacidad de hablar apuntada
a mejorar la vida que tienes,
es lo que significaba exactamente
que su voluntad se realizara.
No hay salida en esas redes
repletas de suicidas,
porque el algoritmo es invidente
a lo esencial de la poesía.
No puede ver la vista
aquello que está ausente,
cuando impertinente el ojo mira
por la rendija del presente.
No es algo que poseían
aquellos que ya no tienen miedo,
es la ausencia de miedo justamente
lo invisible de la valentía.
Cuando analizás con la mente
a quienes admiras,
ves una serie de cualidades
porque se ven a simple vista.
Pero eso que observaste
es la consecuencia devenida,
de una serie de carencias
que a simple vista no se veían.
No es algo que pueda alcanzarse
con esfuerzo o a porfía,
es lo que sucede al perder el lastre
que venía con tus heridas.
Y casi nadie nunca sabe
que ninguna de las virtudes
a las que alude al presentarse,
son condiciones que reúne.
No es algo que lograste
lo que te sacó de la mugre
si hoy puedes ver el contraste,
es a lo que curarse conduce.
Aquello que ya no te pesa
te hace caminar más liviano,
es el lastre que ha liberado
lo que eleva al submarino.
No se puede ‘SER’ más liviano
es un resultado solamente,
cuando ves a alguien volando
no ves el peso que ya no tiene.
Y por querer volar no ves
aquello que a la tierra te ata
y por eso usas tus alas,
pensando que son tus pies.
Quien pueda ver que vea
y quien no pueda, no va a ver.
Pero va a mirar a los que miran,
preguntándose ¿Por qué?
¿Qué tengo que hacer en la vida
para poder hacer lo que aquél,
que sin quererlo en absoluto un día,
voló con la poesía de algún atardecer?
Si yo te contara lo que tuve que padecer
para entender que el padecer se va un día
y que ese es el día en el que comprendés,
que si perdés el miedo, al tercer día resucitas.
En los traumas estaba el freno
que ya no te abruma
y lo que fue mala fortuna,
hoy es un nuevo testamento.
No hay argumento ni postura,
ni dictadura de decretos.
Que pueda inocularte una duda,
una vez perdido el miedo.
No sabía que lo tenía
desde el día de mi nacimiento
y fué para sorpresa mía,
la alegría que quedó en mi cuerpo.
Yo no hice nada para escribir ésto,
cada una de las palabras
escritas en este texto, son las que había.
O las que quedaron cuando se me fué el miedo.
LP DD
Comentarios
Publicar un comentario