Los dos enemigos míos


Yo tengo dos enemigos sumamente definidos, aquel que maltrata al prójimo y aquel que el maltrato ha permitido.

Y es en éste sentido que he sido mi peor enemigo porque nadie me ha tratado, peor de lo que yo me he tratado a mi mismo.

Por no saber de antemano que es mi hermano el reflejo mismo, que me muestra cómo me trato cuando permito su castigo.

Y para no ver el maltrato que yo mismo he cometido, es que vivo justificando el maltrato que hasta hoy hemos padecido.

Es por no entender que entendimos que somos quien entiende y no el hecho mismo, que en el entender se advierte.

Porque entender es lo que fuimos y lo que seremos eternamente, no existe el sujeto tácito, que en el hablar se contiene.

Somos las palabras que decimos pero esas palabras no nos pertenecen, es decir que sólo eres solamente otro yo mismo.

Es tan simple lo que digo que la inteligencia lo repele, porque para pensar es necesario que exista el sujeto en tus sienes.

Y ese sujeto viene implícito sin que lo hayamos elegido y solamente cuando desaparece alcanzamos el nirvana prometido.

Cuando nos fundimos con el mundo y vemos que somos uno solo, aparece el sentimiento oceánico que nos conecta con el otro.

Lo dijo Buda y lo dijo Cristo y fué muy raro al principio; y desde entonces perseguimos alcanzar la conexión con lo divino.

Pero no es algo que podamos alcanzar por nosotros mismos, es algo que simplemente sucede cuando desaparece el miedo mismo.

Ese miedo que tenemos y que nos mantiene adoloridos, porque buscamos el reconocimiento que nos diga qué existimos.

Obviamente estamos perdidos porque buscamos invidentes, la verdad que esencialmente está contenida en el Principito.

Esa que es invisible a nuestro ojo primitivo, porque nuestros ojos solamente suelen mirar lo que no tuvimos.

Y sabemos que no tenemos aquello que con nuestros ojos vimos que poseía el de enfrente y fué ahí que lo quisimos.

¿Cómo podíamos saber qué es lo que no tuvimos antes de ver lo que otro pudo tener y que luego nosotros pretendimos?

¿Se puede acaso querer aquello que nunca vimos y cómo podría suceder si lo ignoramos desde el principio?

Si llegamos a conocer lo que hasta aquí hemos aprendido, fué casi sin querer y solamente porque pudimos.

Por eso digo que somos enemigos sin querer serlo ni advertirlo y por eso vivimos peleando entre nosotros y contra nosotros mismos.


LP DD


Comentarios

Entradas populares de este blog

Ganas de amar

Lápices que no Pudieron Romper

El Lenguaje como Punto de Partida