Somos las palabras


Puedo ser buena y decirte

querido mío te equivocaste,

o puedo ser mala y herirte

en tres palabras cortantes.

O también puedo mostrarte

sin necesidad de decirte,

que perdiste cuando buscaste

al Principito invisible.


Y en principio y por contraste

creaste puentes sobre ríos,

para luego sólo usarme

al justificar los exterminios.

Cuando pensaste que es lo mismo

el homicidio de un instante,

y el instante del niño Palestino

muerto en genocidios distantes.


Suicidio cometen pensantes

quienes justifican el nazismo,

del terrenal infierno de Dante

que ve en Marte el Paraíso.

Sos tu mejor enemigo

y también el peor aliado

que lucha contra ti mismo,

codo a codo de tu lado.


Y no hay caso ni camino

ni hay destino en el ocaso

que pintó Pablo Picasso, 

sobre holocaustos que no vimos.

No pensamos ni elegimos

por vivir desesperados,

ignorando el hecho mismo,

que de hecho implica ser humano.


Y en las manos sostuvimos

los mismos clavos que clavamos,

en las manos del Cristo mismo

que aquí mismo está sangrando.

Mientras al ritmo del teclado

voy pensando en mi delirio,

que yo misma estoy tecleando

y que soy dueña de lo que escribo.


Maldito y tácito sujeto implícito

descrito en el mismo texto,

que escribió el sujeto mismo,

que lee atento al mismo tiempo.

Es claro el vano intento

que a tientas y sin tiempo hicimos,

descubriendo al intelecto,

usando de instrumento al mismo.


Pensar no es acto voluntario

ni sobre pensar tenés dominio,

está al filo de los opiáceos,

tu debilidad por los algoritmos.

Por eso es a pesar de pensar

que pensando existimos,

qué somos el poder pensar

y no quien piensa como creímos.


Es complejo y atrevido 

el laberinto transitado,

al costado del camino

que en el humo visitamos.

Fueron muchos sacrificios

y las cruces que cargamos,

cuando en montes con olivos

escribimos los calvarios.


Relatados en testamentos

contenidos en el abecedario

y del que no salieron ilesos,

ni mis huesos ni tus cadalsos.

Y aunque maten a los Lenon

por deseos muy avaros,

resucita el mensaje que tecleo

en los dedos de otras manos.


Para que los que pueden oír

oigan por fin al mensajero,

que hoy en paz vino a decir

que la montaña no está lejos.

Y quien puedan ver verá venir

en el mañana y su reflejo,

que no es tarde para admitir

que si hoy sufrís es por dinero.



LP DD


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