El buen dictador
Prefiero a un buen dictador
que a una mala democracia,
porque en democracia el ladrón
gobierna por obra y gracia.
Y es gracias al trabajador
que se genera la ganancia,
que con gracia y sin sudor,
guarda el demócrata en Francia.
¿O cómo explicamos la falacia
que la meritocracia inventó,
cuando dijo que en la democracia
siempre gana el mejor?
¿En serio pensamos hoy
que vivir entre ráfagas de metralla,
equivale a una vida soñada
o al Edén que se nos perdió?
Porque si fuera un poeta el dictador
seguramente dictaría poesía
y sería más hermosa la vida,
porque la poesía alivia el dolor.
No hay horror en las rimas
que se escribieron desde Platón,
más bien contienen la salida
de este infierno de terror.
No hay un bando ganador
en los campos genocidas,
ni hay doctrina de acaparador
que no termine en Palestina.
O en los comedores sin comida
que los chicos ven hoy,
cuando se sientan alrededor,
de una mesa con ollas vacías.
¿A dónde quedó la dignidad perdida
y quién te nombró perdedor
cuando en el punto de salida
te quedaste solo y con temor?
¿En serio pensás que es un error
estar sirviendo al dinero homicida,
mientras en campos de concentración
comemos platos de insecticidas?
Yo prefiero al dictador de Cabral
que decretó la necesidad urgente
de convertir al dinero en pan,
para que de hambre no muera gente.
Y que sea la confianza siempre
la moneda de pago natural,
para que la economía empiece
a volverse una verdad esencial.
Esa que nunca vimos al rezar
cuando dijimos Padre nuestro
danos el pan de cada día
y también paz al mismo tiempo.
O aquella que el Principito riendo
dijo que es invisible a los ojos
porque se nos viene perdiendo,
entre billetes verdes y el oro.
LP DD
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