Tranquila intranquilidad.
El día que nuestros ojos
se abran sin lagañas de antojos,
será el día que el enojo,
no se vea reflejado en el rostro.
Y el gozo de que nos reunió
será un pozo sin fondo,
porque no se acaba la unión,
de los que curan con las palabras.
Es muy grande la desolación
que en el mundo solo padecen,
quienes se inmolan por convicción,
contra mundanos intereses.
No hay falta de razón
en luchar con puños y dientes,
pero razonar a veces puede,
aliviar tu corazón.
Yo no sé tanto, ni un montón
pero puedo dar fé de que mis dedos,
alivian el dolor de mi cerebro,
cuando transcriben ese dolor.
No conozco la ecuación
ni tampoco se como funciona,
pero sé que lo que la palabra toca,
se resuelve en un renglón.
El compromiso moral del mundo
es un absurdo abismo sin igual,
no esperen nunca escuchar de un mudo,
aquello que su boca no puede gritar.
Porque no solamente hacen las cosas mal
sino que después se tapan el culo,
para que no se les note el chanchullo,
ni la mala praxis que usan de puñal.
La violencia deambula en las instituciones
que bajo instrucciones de no ser violentos,
terminan por ser una violente burla,
con la que ríen invisibilizando tormentos.
Y ni hablar de los fusilamientos
que ejecutan siempre en contra,
de cualquiera que no tenga miramientos
y se ponga a cuestionar como loca.
No existe tranquilidad en la cama
ni en el lorazepam, ni en el clorhidrato,
la única tranquilidad está en los datos
y en las estadísticas que los avalan.
Por eso será la palabra de facto
la que revele lo que ellos ocultaban;
diciéndonos locos, violentos o limados
no evitaron la ola que hoy vuelve cargada.
Cargada con nuestros dolores
y cargada con nuestra plegarias,
esas que cayeron en carpetas vacías,
pero que hoy fuerte se oyen.
Ya no estamos solos en nuestras noches
y somos muchos los gritan,
no vamos a quedarnos mudos,
al menos no toda la vida.
LP DD
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