La luz de un Martes


En tus muecas puedo ver, el pliegue de tus muñecas

y puedo llegar a entender, porque sostienen morisquetas.

En una pulseada se apuesta, lo que nadie quiere ver

diciendo puteadas compuestas, que nadie puede entender.


¿Podés ver la diferencia entre la elegancia y la astucia?

Elegancia es la de Homero, porque Francia está segunda.

Por eso niego la importancia, que en impotencia se traduce

y sostengo la arrogancia, de querer imponer caricias dulces.


En  versos que con gracia, te aportan más sustancia al intelecto

que todos los besos y falacias, arrojadas a las armonías del viento.

Escribo en otro intento, las palabras que no fueron nombradas

tratando de no dañar el esmero, ni la belleza del viento cuando canta.


Para que no muera en vano el llanto, de aquellos que no cantan,

es que hay que vivir cantando y sembrando siempre esperanza.

En las laderas del pasado crece hoy lo que regaron con maña

los poetas que plantando cantaron, las ideas que llegaron del mañana.


Y es por comer de esa manzana, que hoy mañana me obliga

a que diga es mío el deber, de agarrar la azada de tinta y bolilla.

Para labrar entre comillas, las breñas que el mañana entraña

y puedan ver montañas, sembradas de sonrisas e ideas bonitas.


No desperdicies tu sonrisa, tratando de llegar a Marte

ni te precipites por cornisas, esperando el Lunes a la tarde.

No verás la luz del Viernes, ni la cruz que a tus sienes clavaste

a menos que te rescates de repente, de que aún no se hace tarde.


LP DD


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