¿Libertad?
¿Libertad?
Salí caminando lento
antes de entrar a un kiosko
y cuando entré quedé perplejo,
sin saber lo que busco.
Ahí me di cuenta lo brusco
que puede ser el reflejo,
de entender el obscuro,
profundo averno del espejo.
Queda usted libre me dijeron
para caminar por el mundo,
espero le haya servido el encierro,
para ver el sentido profundo.
Que implica estar vivo
a pesar del odio mutuo,
en el que a diario nos perdimos,
cuando escribimos estatutos.
Y cuando salí caminando
entendí el significado mismo,
que nos mantiene cautivos,
pero de nuestro propio pasado.
Entendí ahí de facto
el contacto con el destino,
camino que transitado,
se ve más corto que al principio.
Y me sentía el Principito
caminando un mundo nuevo,
porque si bien lo había visto,
parecía un nuevo juego.
De esos que juegan los muertos
cuando niegan lo que digo
y tratan de enmendar entuertos,
que solo terminan en castigo.
Fueron setecientos días
sentenciado de corrido,
en los que corriendo perdía,
día a día mis sentidos.
Pálido mi rostro cautivo
transité el desierto árido,
que comienza en el cementerio,
con un cadáver escuálido.
Y es un camino solitario
andar saliendo del tedio,
que consume abecedarios,
no enseñados en los colegios.
No vemos los arpegios
que escuchamos con los ojos
y por eso en sacrilegios,
crucificaron mis despojos.
En los campos alambrados
cual ganado nos someten,
pero después de estar encerrado,
pude sentir el viento en las sienes.
Que me dice: ‘Lo que viene,
es un recuerdo del pasado
que se repite en el presente,
en el que te encuentras secuestrado.
Y en ese recuerdo se despierta
el Ave María que cautiva,
a la poesía ya no espera,
porque está viva de rimas.
Que en tarimas me exasperan
porque van a pura porfía,
sosteniendo filosofías enteras,
que con dictaduras nos imponían.
Imaginar una mentira
implica los mismo nervios,
que recitar un rap entero,
mientras la vida me mira.
Y será el momento
en que el dinero sirva a la vida,
cuando el testamento cobremos
y no a costa de vidas perdidas.
Cuando la vida tiene rejas
que son las cejas con que miras,
a través de las rendijas,
que escrutan perplejas.
No vemos las moralejas
que desde los cuentos nos miran,
mientras cocinamos las lentejas,
a fuego lento y con envidia.
No será mi cancillería
la que invada tus tierras,
solo serán tus porfías,
las que dejen tu boca hambrienta.
Y sedientos irán tus labios
por una tierra desierta,
si no despiertas cual corsario,
que en rosarios se reinventa.
LP DD
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