Las imprescindibles
Las imprescindibles
La esencia invisible
que sacia tus ansias,
ansía hacer reversible
tu predecible alma.
Y anulando tu autonomía
en lobotomía por resultado;
el pasado que porfía resucita
por mis encías insultando.
Y dialogo deambulando
y ando cojo y desprolijo;
cuando corrijo lo burlado,
al lado del camino.
Ni el castigo inhumano
que humanamente vivo,
en mi anhelo de insistir a mano,
estuvo del lado del suicidio.
Sacrificio o maleficio
de individuales sacrilegios,
en arpegios singulares
son plurales los muertos.
Y los cojos se quedan tuertos
en siniestros disparos de abrojos,
qué apuntan a los ojos despiertos;
por eso con mis despojos tecleo ésto.
Mil y una noches trancitadas,
entre plumas y reproches;
se suman los broches en sudestadas,
que desatan los magos de Hozes.
En pistolas y roces precoses,
tosen infames los píolas;
mientras cantaban Guns and Roses,
precoces reían idotas.
Y cual marmotas que a gaviotas,
miran irrisorias desde las masmorras;
La masamorra se derrama en gotas,
por rotas vacijas de gomorra.
Porra vacía de bromas,
que los ilotas padecían;
mientras bendecían a las notas,
que portaban los mesías.
En las rimas que tú portas,
en porfías de escopetas;
las resetas de la impronta,
hoy retornan a la mesa.
En una pieza y de un viaje,
el ave viste traje de fineza;
Y empieza el aprendizaje,
de un linaje que no quisiera.
Ya renunciaría yo a ese caliz,
y mi nariz te diría que no lo pruebes;
hay puentes que no te llevan a cadíz;
pero sí a la caliza piedra que sella tu muerte.
Ni lo intentes o Bukowski te vomita;
Y si lo imitas cuál vidente,
no verás el diente que omitías;
En las ostias que comías imprudente.
Los indulgentes insistían,
mientras morían penitentes;
y en poniente desístían,
de sus culpas los valientes.
Y en las curvas de la serpiente,
de su diente bebiste el veneno;
Ni el viento en velero siente,
la naciente del oceánico terreno.
Y és terreno el conocimiento,
cómo es cimiento del cemento;
el cementerio de conciertos
o de armonías del viento.
Que en vano intento porfían,
afinar cada tanto en inventos;
son eternos los laures si sabrían,
cuales nos sacarían del averno.
Las imprescindibles son las sílabas;
Y los silvidos que chiflan indecibles,
divididos critican a las chicas;
pero son las migas más invencibles.
Sutiles y achicando letras,
esclavas del tiempo y las directrices;
estrictas se vuelven malditas estrellas,
o cometas que a lo Halley se vuelven actrices.
LP DD
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