El sembrador de alegrías
El sembrador de alegrías
En una ladera empinada
y plantada de pinos,
vivió el sembrador que miraba,
a María crecer con brío.
Era un hombre que pesaba
como el nombre de una montaña,
porque era grandote y su alma,
era tan noble como el roble.
Y aunque de joven, cual joven roble
puede torcer uno el camino,
cuando la vida te clava el colmillo,
es de hombres hacerse noble.
Por eso con un poco suerte
o por un giro del destino,
ese enorme hombre de repente,
cambio por sembrar, los vicios.
Sembró de todo menos pinos
y de lechugas hasta Jacintos,
las flores fueron muchas
y mucho más ricas que el vino.
Sudando la frente en gotas
que fortalecieron su espíritu,
hoy cosecha las más gordas frutas,
que comparte en la tribu.
Eran tantas las verduras cosechadas
que de no consumirlas a tiempo,
la vida se ponía oscura,
porque se enmohecía el sustento
Y el pan nuestro cotidiano
pasa a ser pan envenenado,
por eso es mejor compartido,
con algún que otro hermano.
Siguió sembrando por los años
flores por montañas y llanos;
y fueron muchos los hermanos,
que con el tiempo fué cosechando.
Y así comenzó a sembrar ideas
que un día florecerían,
de las flores que se fumarían,
en la pipa de la India nuestra.
Y si hoy es nuestra la pradera
es gracias a ese sembrador grandote,
que por las breñas del monte,
sigue con esa ardua tarea.
Porque ese loco gigante repetía
que hay que sembrar a porfía,
por todos aquellos que en la vida,
no pueden sembrar su comida.
Aún hoy debe andar caminando
por algún rincón perdido del orbe,
con su espíritu noble y alado,
al lado de los desamparados hombres.
Que abandonados y pobres se mueren
por falta de sembradores nobles,
no alcanza con ese pobre hombre
para sembrar lo que tantas bocas muelen.
Y es para eso que cuento su historia
que es la historia de cualquier otro,
que se ponga al hombro la tarea metafórica,
de sembrar espigas con ideas de oro.
Predicando con el ejemplo simple
que el temple de compartir convida
y así vivir la vida como en ésta poesía,
de una vez por todas y para siempre.
Espero que si llega a tus oídos,
seas un sembrador de los míos;
porque sino hermano estamos jodidos
y de ésta no nos salva ni Cristo.
Porque ésta Cristiana garganta
se ahoga entre el tumulto
y queda solo en murmullo mi canto,
si el pueblo entero no lo canta.
LP DD
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