A su Señoría Paola Bernardini

 A su Señoría Paola Bernardini


Mientras ando caminando

por las vueltas de la vida,

suelo pedir prestado,

un vaso de agua y comida.

Y en los brazos de una amiga

encuentro por fin el abrazo,

que la alegría me convida,

para que no muera a balazos.


Porque en los trazos de las balas

se disparan los retrasos,

que atrasaron a las aulas,

cuando los lápices se destrozaron.

En esas noches de espanto

en las que nos cortaron las alas,

resucitamos cada tanto,

sin miedo a las metrallas.


Con la voz en alto y a capela

salgo de la escuela del espanto,

para decirle al mundo, no estoy ciega

veo claro tu gobierno de facto.

Y aunque mi cerebro no está intacto

está más sano que el tuyo que reniega,

porque no ves la primavera,

que te vienen robando hace tanto.


Y al cadalso y sin razones

vas por los renglones escapando,

en contratos sin corazones,

de acumulaciones sin contacto.

Duro pacto de tensiones

que en visiones dibujamos,

mientras evitamos depresiones,

con series que no miramos.


Mi poesía anula ministerios

porque de los misterios te cura

y cual cura villero,

al hambriento evita la hambruna.

¿Para que pagarle al pedo

a personas que no ayudan

y que cuando te quejás te miran feo,

mientras te echan la culpa?


Disculpa si mi estructura

anula tu sutil dictadura,

pero mi gramática es pura

cocaína que refuta.

A la espesura y anchura

de esa aula misteriosa,

donde ociosa y maula

perniciosa, con el dedo apuntas.


A tu dedo de Jueza le saco punta

y a tu hueca cabeza que retruca,

le canto vale cuatro en la nuca

para que veas que no estoy muda.

Muda quedará tu conciencia

ante estos dedos que se apuran,

en señalar la esencial presencia,

de la invisible ley que anulas.


Y evito rimando mi letal suicidio

o sacrificio bilateral, cuando en desquicio

convirtió usted mi vida en general,

cual si fuera un general del exterminio.

Nadie llega al futuro impune y vivo,

por eso no te mato te revivo

y poniendo su nombre por título le digo,

que usted no es el destino para jugar conmigo.


A la ley me apego cuando la cito

y es por eso que en lo que usted me negó,

su odio por lo diverso quedó implícito,

en la falta de sustento jurídico que promulgó.

‘’Así son las cosas en este sitio’’,

dijó el Miércoles cuando cerró,

las puertas al diálogo tan necesario

que mantengo en este poema hoy.


No puede ‘su señoría’ cambiar las leyes

no somos bueyes bajo su reinado

y no nos quedaremos callados quienes,

sufrimos el yugo de su carácter refinado.

O usted se apega a las leyes queridas

o yo le canto de a uno sus pecados,

rimando en una tarima o en un estrado,

no se salva usted de la poesía, querida.


¿Cómo es eso que en el Juzgado

usted impone las reglas de juego,

nos retamos a duelo y nos disparamos,

que estamos en mil ochocientos?

Usted juró, le recuerdo,

no usar las leyes en vano

y en vano las nombra le cuento,

cuando me cuenta un cuento largo.


Que en vano pretende dejarme sentado

esperando que me quede penitente,

mirando como usted destruye al estado,

cual si fuera un monarca invidente.

Vestida con ropa invisible de falsa seguridad

se pasea de aquí para allá,

¿Bajo que ley y con que autoridad,

me condena usted a urgencia y necesidad?


Hay Paola si supieras,

a quién condenaste injustamente,

te arrepentirías en este instante

de todas tus fechorías presentes.

Pero no pudiste verme ni podrías,

suponer las vueltas de la vida

que te darían la vuelta eterna,

con las combas de mi poesía.


Y si a tu oído llegara esta bala perdida

espero que no te mate la alegoría,

no es mi intención querida mía

devolverte el favor, al destruir tu autoestima.

Solo espero que la vida te muestre

que tus omisiones son de mi poema la esgrima,

porque cuando la injusticia me secuestre,

no seré yo quien escriba mis rimas.



LP DD o Francisca Chavez


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