Hermosura Mía…
Hermosura Mía…
Vienes de repente
para colmarme de visiones
y dejarme invidente
cuando vuelves a las canciones
a las que perteneces.
Me estremeces
si desapareces de mis ojos cantores
porque me pierdes
de repente en la vorágine
de todos los males que imaginé.
No tengo la suerte
de aquel ángel que pintaba
adioses a las guerras
con sus lápices de nubes
en las cuerdas aladas de los querubes.
Caigo una y mil veces
si te busco no apareces
o parece que te escondes
en lugares que no puedo buscarte
porque me resultan inalcanzables.
Si busco retenerte entre papeles,
dibujada en borradores
de canciones sin acordes
que recuerdes para restablecer
el orden, te me pierdes.
Te me escapas
en metáforas aladas,
mientras revisas tus pisadas
para que estén ordenadas,
son tus huellas de tinta camarada.
En el papel
de las eras, te dibujas
y te borras en hogueras
de las que renacen canciones
perseguidas, trovadoras, guitarreras.
Esencialmente invisible,
naturalmente impredecible,
dialécticamente congruente,
eres puente entre
soñantes y poetas distantes.
Hermosa hermosura
que brilla ociosa,
bella estrella de azuladas alas doradas,
inmortal e inmortalizada
en cada mañana cotidiana.
Burbujas de jabón que
se desvanecen en el aire
a las 3 y 13 horas del momento presente,
si no sabés para qué,
pedile que te cuente.
A mi me curó
mi corazón partido,
cuando me sacó lo podrido
que tenía metido
y que sin haber elegido me tapaba el oído.
Me pidió
que cuando de su boca se haya ido,
en tu garganta le haga un nido
para que el canto colorido
voltee la oscuridad con su pico.
Es muy breve el espacio
que nos separa despacio,
de la pasión
que nos une en la misión
de continuar devolviéndole a los oídos la visión.
Solo así vieron mis ojos,
con la audición
que el miedo evaporó
no me explico cómo
pero me devolvió el decoro
de volver a éste coro.
Francisca Chavez.
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