Balada para un cuerdo

 Balada para un cuerdo


Existen patrones, que se te escapan

y acaparan los botones

que activan tu inteligencia,

haciéndola brotar a borbotones.

A esos patrones somos ciegos,

invidentes monos que creen ver;

y esencialmente vivimos tuertos,

porque no vemos, lo que no se vé.


Es una escala completamente diferente,

toda una cromatografía que difiere,

a la cotidiana lista de quehaceres

reconocida, en cotidianos placeres.

No es lo mismo saber leer,

que entender lo que escribió aquél;

que entra por tu ojo, pero que no ves

y te lo repite acá de nuevo, otra vez.


Perpleja quedó mi mirada

y extasiada miró la pradera,

bandera blanca de papel;

en la que escribo lo que quiera.

Si me deja la letra que idolatro,

ya no trato de escribirlo ni siquiera;

quiera Cristo que esto escrito,

de mí no contenga rastro ni en la estela.


Porque con mi presencia

mancho sus huellas preciosas,

mariposas que me sentencian;

a vivir en capullos, ociosa.

Condenada por la historia

a ser la revisora de tus pisadas,

alas que en plumas provisorias,

cantaron en gargantas descaradas.


Y hoy teclean atolondradas,

enredadas en las cuerdas/teclas;

sueltas adas empolvadas,

polvorientas de secuelas.

Que de cuerdas tienen poco,

o poco es lo que apuestan

en la Balada para un Loco;

esta piantao, es la mejor apuesta.


Canta, para vaciar tu pena,

cómo la vaciara Malena

el día que Malena cantó


Haz, lo mismo que Malena,

quita de tu garganta la arena

y llorá en una canción.


A menos, que quieras a tu pena,

y no quieras a Malena

que ya no cantará en tu voz.


Entonces, pobre de tu alma en pena,

que ya no se reconoce.

Ni reconoce al tango que hay en vos.


LP DD


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